Nuestras ciudades son el mejor museo gratuito y al aire libre del mundo. Nuestras ciudades contienen un fondo artístico sin precedentes y la arquitectura y la escultura son las artes que mejor pueden identificar su historia y sus devenires, pero no son las únicas, entre otras disciplinas tenemos al diseño industrial reflejado en el mobiliario urbano.
La historia del diseño industrial tiene en las farolas urbanas un testigo impagable de nuestro desarrollo tecnológico y estético. Las primeras farolas a gas relatan el principio de la industrialización en ciudades como Londres con el movimiento Arts and Crafts. Más tarde el Art Noveau en París y el Modernismo en Barcelona nos ofrecieron unas luminarias de gran talla que gracias a la electrificación perduran hasta nuestros días.
Desgraciadamente los diseños provenientes del movimiento de la Bauhaus original de Weimar, no sobrevivieron a la reconstrucción posterior de la Gran Guerra. No porque todas ellas fueran destruidas sino porque no se valoró en su momento su discurso formal y fueron defenestradas.
En el periodo desde el fin de la segunda guerra mundial hasta mediados de los 70 en Europa, e inicios de los 80 en España, se produjo un fenómeno singular: ante la gran demanda los fabricantes de luminarias no consideraron el diseño industrial como un valor diferencial ya que cualquier producto que alumbrara de cualquier manera las calles era apto para su instalación.
A medida que el mercado se saturaba de fabricantes de iluminación y productos mediocres, las empresas empezaron a impregnarse de las nuevas tendencias estéticas como un valor estratégico invirtiendo en diseñadores, arquitectos e ingenieros creativos. El diseño industrial se apoderaba del mercado como un elemento diferencial y expresivo a su contemporaneidad.
Por tanto, a día de hoy nos encontramos con muchas y muy buenas luminarias de los años 80 y 90 bien fabricadas y de una talla excepcional, que si las preservamos, nuestros hijos y nietos podrán disfrutarlas como un valor histórico que les narrará el devenir de las décadas y del diseño.
Es por esta razón que en Yter Led entendemos el “retrofit” como la única alternativa para poder conservar este patrimonio al mismo tiempo que se adecúa a los nuevos requerimientos energéticos.
El “retrofit” tiene más de cien años de historia, las primeras farolas de gas se electrificaron; primero en wolframio, posteriormente en descarga de gas y más tarde en halogenuros. Ahora le toca dar paso al led.